Postales de un 29 de diciembre
Por la mañana nos asomamos al Ancla, justo antes de iniciar la búsqueda de cabosos y cangrejos. La señora en la orilla juguetea con la espuma de la diminuta e imperceptible ola. En las rocas habrá en breve tertulia con los pies en remojo en una charca y aquél señor, todavía en remojo, mira al horizonte recreándose con el bañazo reparador que se acaba de dar.
Después de los cabosos y cangrejos, coincidiendo con un impulso de la apertura del sol, los bañistas van animándose a asaltar el Atlántico mientras otros, en la loma de jable adyacente a la orilla, asisten al festín veraniego en pleno invierno.
La tarde del pasado martes 29 de diciembre nos llevó al noroeste, al pueblo de Caleta de Famara. Sin embargo, el festín que se adivinaba en la playa obligó a una parada previa en esta. Las bondades meteorológicas del último cuatrimestre de cada año permiten este cuadro: cientos de surfers aprovechando hasta el último aliento de sol para trazar y sortear la olita perfecta que se forma en la playa.
El momento supone para nosotros una previa de lo que ya es tradición en los últimos 1 de enero. Arrancar el año, prácticamente al alba, en la orilla de Famara.